Novelas Ejemplares de Cervantes ideales para mochileros

CERVANTES HIZO SU “INTERRAIL” POR ITALIA, BUSCÓ A LA CORTE EN PORTUGAL Y TUVO UNA VIAJE DE TRABAJO A ORÁN. DONDE ESTE TROTAMUNDOS NO LLEGÓ CON SUS PIES, LO HIZO CON SUS TEXTOS.

Cervantes fue un mochilero del Siglo de Oro. En unos años en los que viajar era deporte de riesgo, el escritor del Quijote se hizo su propio ‘interrail’ por Italia, se enroló para combatir contra el turco en el Egeo, estuvo convaleciente en Sicilia, fue apresado y hecho cautivo en Argel y luego, una vez fue liberado, siguió a la Corte del rey Felipe II a Tomar (Portugal) y recibió un misterioso encargo real para realizar en Orán (hoy en la actual Argelia), del que poco ha trascendido hasta la fecha.

El trotamundos Cervantes también viajó mucho a través de sus obras literarias. No es de extrañar, por ejemplo, que los protagonistas del Quijote o del Persiles tengan tendencia a no estarse quietos. Si hay una obra que podría utilizarse hoy en día como libro de viajes o incluso guía turística es su colección de Novelas ejemplares. A través de ellas Cervantes volvió a donde ya había viajado y también llegó a otros lugares de los que había oído hablar y que seguramente le habría gustado conocer.

Las Novelas ejemplares son en sí mismas un fruto de su viaje por Italia, como un souvenir. Se trata de una colección de doce novelas cortas al estilo de las que se hacían en Italia. De la lengua de Dante importó incluso el nombre de novela.

De la parte ‘Erasmus’ de Cervantes, está ‘La señora Cornelia’, una historia que se desarrolla en la ciudad italiana de Bolonia, seguramente una de las que pisó Cervantes. Esta novela cuenta las aventuras de dos caballeros vascos a los que les ocurre de todo cuando deambulan de noche por las calles de la ciudad. A uno le entregan en una puerta a un recién nacido para que se lo lleve. A otro se le presenta una hermosa joven en busca de protección. Cervantes habla de los «portales sustentados en mármoles» de la ciudad o de la fama de su universidad, a la que acudían muchos estudiantes españoles y extranjeros.

En ‘El amante liberal’ Cervantes volvió al puerto de Mesina, en Sicilia, donde se recuperó de su herida en el brazo en la batalla de Lepanto. Con esta novela recorrió toda la isla del volcán Etna. Sus protagonistas son el cautivo Ricardo, su amada Leonisa y el preferido de su amada, Cornelio, que son de Trápani. Ricardo cuenta cómo son hechos cautivos por los turcos y les sacan en barco de su isla, pasando por Palermo y dejando atrás el faro de Mesina.

Pero con esta novela corta no solo viaja por Sicilia. El cautivo cristiano se encuentra en Nicosia, la capital de Chipre. Así se lamenta al inicio del relato: «¡Oh lamentables ruinas de la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores!». Eso antes de que Ricardo descubra que sufre más por amores que por haber caído preso.

Algunos de los territorios europeos de los que no hay constancia que pisara Cervantes eran muy conocidos, al menos de oídas, por los españoles de la época. Por eso sale Flandes en el periplo que realiza ‘El licenciado vidriera’ para conocer mundo. «Pasó a Flandes, y llegó a Amberes, ciudad no menos para maravillar que las que había visto en Italia. Vio a Gante y a Bruselas».

También conocían en España a Inglaterra, su gran enemiga. «Entre los despojos que los ingleses llevaron de la ciudad de Cádiz, Clotaldo, un caballero inglés, capitán de una escuadra de navíos, llevó a Londres una niña de edad de siete años, poco más o menos». Así empieza la novela ‘La española inglesa’, una historia que se remonta al saqueo de los ingleses a Cádiz, en 1596, poco después de vencer a la armada española en la bahía. Luego, ya en Londres, ella se educa como una inglesa más (eso sí, en el catolicismo)y adquiere tal fama que la llevan incluso a presentarse ante la reina. Lo imagina de esta manera Cervantes:«Era la sala grande y espaciosa, y a dos pasos se quedó el acompañamiento y se adelantó Isabela».

Entre los manuscritos que se conservan de Cervantes hay una misiva al secretario del Consejo de Indias, en la que deja caer que está a la espera de un puesto vacante en América. El autor del Quijote no cruzó el Atlántico físicamente, pero sí lo hizo uno de sus personajes, ‘El celoso extremeño’. Quizá por provenir de tierra de exploradores, el protagonista de esta novela corta también hace las Américas. Entró por Cartagena cuando tenía 48 años «y en veinte que en ellas estuvo, ayudado de su industria y diligencia, alcanzó a tener más de ciento y cincuenta mil pesos ensayados». Luego volvió de Perú con «barras de oro y plata» para buscar esposa en España.

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